"¿Nos ama la vida?" me dijo mi Mamá
era la pregunta más importante que jamás me haría -
y que mi respuesta daría forma a mi mundo.
Yo era un cachorro todavía,
pero ya entendía a medias
que habían mundos con formas diferentes.
Dejé a los demás y me fui a pasear por las colinas.
Arriba y abajo, arriba y abajo, iban las colinas.
Y arriba y abajo, arriba y abajo, fui yo.
Encontré agua en un arroyo,
y me tumbé boca abajo a la sombra de un roble -
patas delanteras cruzadas informalmente, contemplativo.
La Tierra podría ser plana y amorosa...
Podría ser redonda y amorosa...
Podría ser redonda y nada amorosa...
Me preguntaba sobre las formas y el amor...
¿Podría verme el cielo?
Yo lo podía ver.
¿Me quería?
¿O era vacío azul?
Habían muchas moscas,
y a veces a alguna la atrapaba.
Eran crujientes.
Las moscas ya me parecían fascinantes.
Arriba, abajo y de lado - todo les parecía igual.
Pero pensar en las moscas me mareaba.
Y si pensaba en las formas de sus mundos
casi me desmayaba.
Miré arriba y abajo y a mi alrededor...
"¿Vida"? “¿Amor?” “¿Nosotros?” “¿Yo?" pregunté
al viento en el roble,
y a las moscas en el viento...
"La vida se ama a sí misma" oí responder las colinas.
Pero tal vez fuera porque soy un perro.
¿Y si fuera una mosca?
¿Hubiera oído lo mismo?
Quizás.
¡Pero quizás no!
¿Y quién puede decir que la voz en la cabeza de un perro es superior
a la voz en la cabeza de una mosca?
II
El sol se estaba poniendo,
y me apetecía volver.
Así que bajé, bajé las colinas -
abajo y arriba, abajo y arriba -
hasta que pude ver a los demás.
Los vi,
y ellos me vieron -
y nuestros corazones saltaron,
y rebotaron de amor -
y nos revolcamos,
y nos mordimos de alegría.
Llegó el atardecer,
y luego llegó la noche -
y todos nos acurrucamos junto a la barriga caliente de Mamá.
Y mamamos hasta quedarnos dormidos,
uno por uno...
El último despierto fui yo.
"¿Entonces, cuál es tu respuesta?
¿la vida nos ama, o no?" susurró Mamá, suavemente.
"Me siento intelectualmente ambiguo, Mamá", dije.
Y cerré los ojos -
y nunca volví a ver
aquel día cuando salí a pasear,
y bebí de un arroyo,
y oí la voz de las colinas.
III
Mientras dormía
podía sentir la noche en mi pelaje,
y mi barriga llena de leche,
y las patas delanteras de Mamá a mi alrededor -
y fue entonces -
sin que yo lo pidiera -
que mi respuesta me llegó...
Primero soñé con dos cachorros peleándose -
uno llamado "esto", el otro llamado "aquello".
Uno era blanco, y el otro negro,
pero eran indistinguibles -
y su lucha, lo sabía, no tenía fin.
Al apartarme
de su interminable debate -
el viento de las colinas me levantó -
y me arrojó
hasta que no pude distinguir entre arriba, abajo y de lado...
Y me reí y me reí, y pensé:
"¡Quizá no sea tan malo ser una mosca!"
Luego, finalmente, las colinas mismas volvieron a hablar:
"No preguntes '¿me ama la Vida?' ” dijeron,
"pregunta '¿amo yo a la Vida?
Sólo amando a la Vida podemos saber de verdad
si la Vida nos ama o no".
Y en ese momento
me hubiera alegrado ser una mosca, un perro, o el viento -
porque sabía
que el sol estaba esperando para jugar -
y que cuando despertara
abrazaría al mundo
y el mundo me abrazaría -
como se abrazan la niebla de la mañana y las colinas -
y sabía que al crecer
mi mundo tomaría
la forma de un abrazo. *
Mark Josephs "Mark el Activista Místico" Aragón, España, Verano 2024 TRIBUS CONSCIENTES Semillas de una Cultura Nueva www.tribusconscientes.com
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