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El Catedrático, Ratones, El Golpeteo y Migajas, & Una Infinidad de Subjetividades



Este cuento corto (de una sola página) procede de "La Subjetividad Radical: Entendiéndola", un nuevo capítulo de la tercera edición de “Amor & Revolución” que saldrá a finales de este año. El capítulo completo se adjunta en el .pdf abajo. El tema esencial es que podemos unirnos de-verdad-de-verdad-de-verdad cuando cada aceptamos que lo único que tenemos es nuestra propia experiencia subjetiva, limitada y falible.



Érase una vez un catedrático que vivía en una casa llena de ratones. Bueno, la casa no estaba llena de ratones - todavía no - aún quedaban rincones y estanterías para más - pero había muchos, y la mayoría vivía debajo de la escalera.


Los ratones estaban agradecidos por El Golpeteo. El Golpeteo lo provocaba el catedrático, cuya despensa estaba en el piso de abajo, y estudio en el de arriba - que afirmaba que picar con regularidad le ayudaba a pensar, y que - durante todo el día, y a veces la noche - subía y bajaba las escaleras dando golpes, masticando, mordisqueando y picando pensativamente, dejando caer indiscriminadamente las migajas de sus bocadillos y pasteles.


Las migajas caían por los huecos entre los peldaños de la vieja escalera de madera, como una lluvia de bendiciones, sobre la comunidad de ratones agradecidos. "¡Santificado sea El Golpeteo", chillaría el Ratón Gran Chamán venerable, solemnemente - cuando la lluvia de migajas caía sobre ellos. "¡Amén, amén!", coincidirían los fieles entre los ratones, hambrientos - mientras los Ratones Científicos de Alto Rango analizarían muestras de serrín-de-escalera y muestras de migas-de-pastel, y formularían teorías sobre cómo un catalizador auditivo podría provocar semejante metamorfosis molecular.


Lo cierto es que daba igual cual era tu certeza. El Golpeteo querría decir migajas – y se organizaban banquetes y festivales para coincidir con días de gran Golpeteo, y ningún ratón pasaba hambre mientras había Golpeteo en la casa.


Aunque indirectamente, el catedrático era muy popular entre los ratones. Sin embargo, no era nada popular entre los seres humanos. A pesar de su fama mundial por su aforismo "una infinidad de subjetividades no hacen una objetividad" - sus vecinos lo encontraban discutidor, pendenciero, impaciente y a menudo grosero.


"¡Qué día tan bonito!" exclamaba alegremente la Señora Wopit, de la casa de al lado, podando sus rosas, mientras el catedrático se dirigía, comiendo, al buzón de la puerta de su jardín. "Puede que sea un día precioso para usted, Señora Wopit. Pero supongamos que hoy le recordara a alguien el día en que murió su hijo. ¿Sería un buen día para esa persona? Creo que no, Señora Wopit. Tenga más cuidado al hablar". Tales eran las típicas respuestas del catedrático a las inocentes y amistosas comunicaciones de sus vecinos.


Luego, un día, inesperadamente, el catedrático murió. Y con él, el Golpeteo. Ya no había Golpeteo más. La casa quedó vacía y, para decirlo francamente - la mayoría de los seres humanos se sentía aliviada de que se hubiera ido. No fue así, por supuesto, para los ratones. Pero ni los religiosos ni los científicos vieron tambalearse su fe. Todo lo contrario - para todos la conexión entre El Golpeteo y las migajas se confirmó aún más. Una vez había habido golpes en las escaleras y les habían llovido migas. Ahora ya no había golpes - y cree lo que quieras, o analiza como quieras- pero ahora tampoco había migajas.


Pasó el tiempo y, aunque no tenían migajas, los ratones prosperaron - poblando cada estantería y rincón con sus crías - hasta que la casa se llenó de una infinidad de ratones. Una noche se desató una terrible tormenta. Los ratones se acurrucaron bajo la escalera mientras toda la casa temblaba. El trueno pegó golpe tras golpe tras golpe contra la pobre casa - y las migajas que habían quedado atrapadas en los huecos de la escalera se desatraparon y cayeron sobre los ratones asustados. "¡Aleluya!", chilló el Ratón Gran Chamán. "¡Aleluya!" fue la respuesta alegre. "Fascinante, fascinante: un catalizador auditivo externo" comentaron eruditamente los Ratones Científicos de Alto Rango, asintiendo entre sí con complicidad. Y así fue que la verdad auto-evidente y objetiva de la conexión causal, creativa entre El Golpeteo y las migajas (que los golpes crean migajas) fue re-confirmada, una noche de tormenta, por una infinidad de ratones.



*



Mark Josephs

"Mark the Mystic Activist"

Aragón, Espsaña

Verano 2024


TRIBUS CONSCIENTES

Semillas de una Nueva Cultura



PUEDES LEER EL CAPÍTULO ENTERO AQUÍ:


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