¿DE QUÉ HABLABA LA GENTE CUANDO VIVÍAMOS EN LAS CUEVAS?
En mi opinión, la mayoría de nosotros estamos muy condicionados por la idea de la Evolución Progresiva - la idea de que, como especie, y como civilización global, estamos en un camino irreversible de auto-mejora y sofisticación siempre-crecientes, quizás-infinitas.
Cuando alguien se atreve a cuestionar la naturaleza evidente de esta resplandeciente auto-imagen colectiva - sugiriendo, por ejemplo, que las ciudades no son buenas para la salud, o la cordura – es rápidamente atacado con insultos de “regresivo”. “¡¿Quieres que todo el mundo vuelva al campo - y viva en chozas de bambú?!”
El credo de la Evolución Progresiva afirma que la especie humana siempre está progresando. De esto no se admite duda. Por supuesto (los más humildes lo admiten), a veces surgen problemas menores - complicaciones desafortunadas, imprevistas que surgen en nuestro heroico viaje evolutivo (ya sabes - la desecación de los elementos, los genocidios de especies, el entumecimiento del corazón humano colectivo) - pero estos problemas-secundarios no socavan en absoluto nuestra premisa fundamental: estamos mejorando continuamente, las cosas siempre van a mejor - y tenemos que seguir adelante, no hay vuelta atrás...
Volver atrás significaría regresar a la Edad Media, a tiempos de oscuridad y plagas. Cuanto más retrocedemos en la historia, más primitivos eran los pueblos – estamos convencidos. Cuanto más atrás miramos, más ignorancia vemos - más suciedad y enfermedades, y analfabetismo, y conflictos basados en supersticiones.
Si nos remontamos a las cuevas, tenemos una visión de conversaciones que iban más o menos así: “¿Ug, ug, ug?” pregunta una persona (aunque creemos que incluso el uso de la palabra “persona” es generoso por nuestra parte - ya que, en realidad, estas criaturas apenas eran humanas).
“¿Ug?” responde otra “persona” (¿están pidiendo aclaraciones sobre la naturaleza exacta de la pregunta? Lo dudamos. ¿Se están uniendo a la vibra de estar preguntando - como cuando el ladrido de un perro enciende a todos los demás? Eso nos parece más probable. ¿O se están preguntando en voz alta, al azar, sobre nada? Eso nos parece lo más probable.
¿En qué se basa nuestra caricatura de sus conversaciones? ¡En nada! ¿Tenemos grabaciones de sus conversaciones? ¡No! ¿Sabemos que su tecnología era menos compleja que la nuestra? Sí. ¿Significa esto que sus conversaciones eran menos sofisticadas? ¡No!
¿Es posible que estos antepasados tan antiguos nuestros tenían los sentidos más afinados que los nuestros? ¡Sí! ¿Un mejor sentido del olfato? ¡Sí! ¿Una conexión más estrecha con “los animales” (palabra que nosotros, “los progresados”, utilizamos para distinguir “nosotros” de “ellos”)? ¿Estaban las mentes de estas personas no atadas, como lo tienden a estar las nuestras, por esta discriminación arbitraria - y estaban, por tanto, más conscientes de sí mismas como un-tipo-de-criatura rodeado de otros-tipos-de-criaturas (otros animales, peces, pájaros, insectos, árboles...) - y por tanto, más capaces de percibir la igualdad existencial de todas las criaturas? Me imagino, ¡que sí!
Cuando empezamos a cuestionar la incuestionable idea de la Evolución Progresiva, vemos que, a menos que limitemos “el progreso” al significado de “la creciente complejidad de la tecnología”, o “la creciente pericia en la manipulación de la materia”, o algo por el estilo - se trata de un concepto extremadamente cuestionable.
Rápidamente se hace difícil creer en la Evolución Progresiva como una especie de ley natural que todo lo gobierna, inexorable, inevitable, irreversible - la gran corriente oceánica cósmica sobre la que el barco de la humanidad está destinado a navegar.
¿Es posible que nuestros antepasados, que no tenían excavadoras, ni grúas, ni cemento, ni plástico, ni vidrio, y que vivían en cuevas, se sentaran alrededor del fuego y entablaran debates metafísicos y existenciales tan sofisticados como los nuestros? (Me abstendré aquí de hacer comentarios sobre el nivel de refinamiento intelectual que se escucha en la mayoría de las conversaciones de hoy en día - ¡no quiero insistir demasiado!)
¿Es posible que debatieran sobre si el viento era realmente un dios, con personalidad propia, o si los distintos vientos tenían personalidades diferentes? ¿Es posible que se preguntaran si preguntarse si el viento, o los vientos, tenían personalidades era antropomorfismo - o, al menos, la proyección de atributos humanos sobre un elemento no humano que tenía, quizás, atributos que ellos eran incapaces de concebir? ¿Es posible que tuvieran tales conversaciones? ¡Por supuesto que sí! ¿Por qué, sólo porque su tecnología era mucho más simple que la nuestra, damos por sentado que eran estúpidos?
En mi opinión, la idea de la Evolución Progresiva (la creencia de que “así va la existencia - todo, siempre, y en todos los sentidos, se vuelve cada vez mejor”) es sólo un mito, un dogma.
HACIA ATRÁS SERÍA HACIA ADELANTE
Ahora que hemos aflojado un poco nuestro condicionamiento - podemos analizar con mayor claridad la dirección de la civilización moderna. Ahora que nos hemos quitado las gafas de la inevitable Evolución Progresiva - y podemos hacer una evaluación menos fundamentalista - somos libres de preguntarnos si hemos ido demasiado lejos (sin que se nos ridiculice como “regresivos”). Somos libres de preguntarnos si el camino a seguir podría ser dar algunos pasos atrás.
¿La tendencia global de la civilización hacia una dependencia tecnológica cada vez más compleja, y un distanciamiento cada vez mayor del mundo natural - de nuestra pertenencia de carne y hueso al mundo natural – es progresiva? ¿Estamos “progresando” demasiado?
En la primera parte de este artículo espero haber expuesto El Mito de la Evolución Progresiva como un credo extremadamente dudoso, como una suposición colectiva incuestionada - y como una auto-imagen inflada. Pero ¿qué es “demasiado lejos”? ¿Cuánto es “justo suficientemente lejos”? ¿Cuál es el Punto de Equilibrio?
Para mí, porque siento que pertenezco a la Vida y a la Muerte, porque siento que soy parte-de la Existencia - porque siento que existo como un igual con cualquier otro ser humano y cualquier otra criatura viviente - siento que actuamos sobre El Punto de Equilibrio cuando consideramos la existencia de “todos los demás” - el bienestar de los demás animales, insectos, árboles, arbustos, plantas, peces, y pájaros con los que compartimos este planeta, o dimensión, o realidad, o como queramos llamarlo...
Desde este punto de vista, la modificación genética con consecuencias irreversibles y desconocidas es “ir demasiado lejos”. Los aditivos químicos en nuestros alimentos y en el agua con consecuencias desconocidas, los medicamentos con consecuencias desconocidas, la geoingeniería con consecuencias desconocidas (podría seguir) - todo este comportamiento es “ir demasiado lejos” - porque va más allá del Punto de Equilibrio en el que coexistimos respetuosamente, como iguales, con “todos los demás”.
Desde este punto de vista, las prácticas agrícolas permaculturales, biodinámicas y regenerativas que tienen en cuenta a “todos los demás” (y nosotros también formamos parte de “todos los demás”) son un paso atrás con respecto a la agricultura monocultural, saturada de toxinas, masiva - pero dado que hemos sobrepasado el Punto de Equilibrio - coger el camino hacia adelante significa dar un paso atrás con respecto a la industrialización, mecanización y digitalización de todo.
Sí, ¡de todo! Con un éxito acelerado desde la Revolución Industrial, hemos “progresado” cada vez más hacia entornos urbanos asfaltados y entornos virtuales incorpóreos - dejando muy, muy atrás el Punto de Equilibrio de la co-existencia respetuosa con la Vida y la Muerte.
No digo que la tecnología sea malévola. No digo que debamos volver a las cavernas - ¡y debatir sobre metafísica al atardecer! Lo que digo es que nos han adoctrinado con la idea de la Evolución Progresiva, y que hoy vivimos en un estado de tecno-intoxicación que Está Desequilibrado - y que, por lo tanto, el camino a seguir ahora es hacia atrás. ¡No hacia las cuevas! Al Punto de Equilibrio en el que nuestras tecnologías y modos de vida sean respetuosos con los demás.
*
Mark Josephs,
"Mark el Activista Místico",
Aragón, España,
Verano 2024.
Este artículo viene de la (muy expandida) tercera edición de "Amor & Revolución"
(el texto central del Proyecto Tribus Conscientes),
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